El modelado litoral
La acción erosiva del mar sobre las rocas del litoral se debe fundamentalmente a mecanismos relacionados con el efecto del oleaje: la presión ejercida por el agua y por el aire situado en grietas o fisuras, que es comprimido como por un émbolo al golpear la ola, más el impacto del material fragmentario que la ola arroja contra las rocas. Tampoco hay que olvidar la acción de la disolución que ejerce el agua y, en fin, la amplitud que a todas esas acciones proporciona la oscilación de las mareas.
Si las rocas litoral presentan cavidades, como es el caso de estas calizas karstificadas, las olas, al entrar con fuerza por ellas, pueden crear surtidores en la superficie del acantilado. En Asturias reciben el nombre de bufones. (Foto: bufones de Llamés).
La formación de un acantilado requiere la presencia de rocas coherentes, compactas, capaces de mantener el frente de aquel sin desmoronarse, y cuya estratificación sea próxima a la vertical, horizontal o buzando hacia el continente (Costa del Algarve, Portugal).
El oleaje ejerce una acción de zapa en la base del acantilado, que va siendo socavado y formándose una visera, hasta que la falta de sustentación de las rocas superiores provoca el desplome. Así, el frente del acantilado retrocede tierra adentro.
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Faro de cabo Roche, Cádiz |
En muchos lugares se hace necesaria la instalación de grandes bloques de roca u hormigón que actúen como rompeolas para minimizar el efecto de la erosión marina.
El desplome de bloques puede originar formaciones peculiares como este gran arco en rocas calcáreas, en que la compacidad de los bancos superiores ha permitido su sustentación. ("Boca do Inferno" en Cascais, Portugal).
La fracturación previa de la roca facilita la acción del oleaje. Una red de diaclasas ortogonales preexistente permite la disgregación en grandes bloques a medida que progresa la erosión. |
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Praia das Maçãs, Portugal |
Los bloques caídos sirven como fuente de nuevo material detrítico que las olas desmenuzarán y arrojarán de nuevo contra el acantilado continuando su acción erosiva.
El retroceso del acantilado puede dejar restos a modo testigos de su situación anterior. La foto muestra además el efecto de socavamiento de la base del acantilado (costa del Algarve, Portugal). Al socavar la base del acantilado pueden formarse arcos naturales.
Otras formas, menos frecuentes, son estos grandes pilancones, de morfología claramente convergente con los vistos en los apartados dedicados al modelado fluvial y la meteorización. |
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El acantilado retrocede poco a poco tierra adentro como consecuencia de la erosión en su base y posterior desprendimiento. Así, va quedando una plataforma de abrasión horizontal que representa el límite inferior de la acción erosiva de las olas. Durante la marea baja es posible ver esta plataforma al quedar al descubierto. |
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Aquí la abrasión marina ha actuado sobre rocas carbonatadas previamente atacadas por disolución (karstificación) para originar formas de modelado pecualiares con numerosos arcos, pináculos, cavernas y dolinas perforadas por debajo por el mar (playa de Cuevas del Mar, Asturias).
Las formas de depósito litoral constan en general de sedimentos detríticos de tamaño arena y algunas gravas, acumulados formando bien terrazas litorales junto al borde de la plataforma de abrasión, bien acumulaciones cerca de la línea de costa o en el mismo borde (playas). Estos sedimentos son remodelados por las corrientes de deriva litoral, paralelas a la costa, y adquieren diferentes morfologías. En general se denominan barras, aunque reciben nombres particulares según su forma: flechas, restingas, tómbolos,... En la foto superior de la izquierda corresponde al tómbolo de Blanes (Tarragona), una barra de arena que una la costa con un resalte rocoso. La inferior muestra el tómbolo de Covachos, en la playa del mismo nombre (Soto de la Marina, Cantabria), durante la marea alta y la marea baja.
En la superficie de sedimentos del tamaño de las arenas bajo la acción de un agente de transporte fluido (agua, viento) aparecen las rizaduras (ripples), presentes en la superficie de las dunas, en el fondo de ríos o, como aquí, en la playa de Gandía (Valencia). |
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Gandia. |
Las rizaduras son uno de los numerosos tipos de estructuras sedimentarias que pueden conservarse en la roca e informar acerca de las condiciones y ambiente en que se depositó el sedimento. Estas areniscas rojas de edad triásica las conservan con gran detalle (Pozos Boyetes, río Martín en Peñasrroyas, Teruel). |
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Algunas de las estructuras sedimentarias más comunes son las debidas a la actividad de los seres vivos que ocupan el sedimento y se desplazan a su través o sobre él, como en estas arenas de la playa de la Fuente del Gallo (Conil, Cádiz).
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